Por el mes del Maestro...
El maestro como agente y sujeto de la transformación social
Las
transformaciones sociales que se han producido en estos doscientos años, con la
intervención del maestro y las transformaciones por las que ha atravesado el
maestro, permiten aventurar una hipótesis positiva para el siglo XXI. Es
indudable el aporte que han realizado los maestros en la diaria tarea de sociacialización, marcando pautas culturales y morales, transmitiendo saberes y al
mismo tiempo contribuyendo al desarrollo de las tendencias y talentos del niño
en crecimiento. Es indudable también el efecto positivo que han ejercido en su
propio nivel sociocultural y el de su entorno familiar. Es necesario y posible
que vuelvan a realizar ese aporte y ejercer esa influencia.
A través del tiempo, se advierte que la imagen y el
rol del maestro están Íntimamente ligados a la historia del país. Partiendo de
una sociedad, en el siglo XIX, en que la mayoría de la población es analfabeta
y no tiene acceso ni necesidad de educarse, en la que los saberes se imparten a
algunos pocos hombres y contadas mujeres, por maestros particulares,
instituciones religiosas y algún colegio de difícil admisión se pasa a una toma
de conciencia y políticas públicas muy firmes. Son políticas orientadas a
alfabetizar o "civilizar" a la mayor cantidad de personas en todo el
país. En esta época fundacional del sistema educativo argentino, con Sarmiento,
sus modernas maestras norteamericanas y sus metodologías de enseñanza, se
instala el normalismo y se capacita a los maestros y al pueblo en general. Al
maestro se lo considera con respeto y su figura y ejemplo es prestigiosa. Ésto
posibilita, a que durante la gran inmigración de principios del siglo XX, se
instale y acreciente el rol formador y constructor de posibilidades del
maestro, imprescindible en la sociedad.
Esta visión y rol del maestro y más aún de la
maestra, continúa hasta mediados del siglo XX en que se va desdibujando la
imagen positiva del docente primario, ya transformado en empleado público, con
bajas exigencias y escasos incentivos. La mujer que había podido integrarse a
la vida pública y aportado al mantenimiento del hogar, aunque los sueldos
seguían siendo bajos, además de cultivarse como educadora, ve que se le abren
nuevas oportunidades al poder ingresar a la universidad. Las carreras
universitarias son de mayor prestigio y ofrecen mejores oportunidades
económicas que la docencia primaria. La falta de políticas públicas, que apoyen
o mejoren a las escuelas y condiciones de enseñanza, también hacen que las
mujeres, ya había muy pocos hombres maestros, se vuelquen a otros estudios
fuera del magisterio. Las mujeres se incorporan masiva-mente a los cuadros
universitarios y profesionales.
Este hecho positivo, sin embargo, trae un gran
vacío de "vocaciones" para el magisterio, que no es una carrera
universitaria. Este espacio lo van ocupando, aquellos que no han podido ir a la
universidad, o no tienen acceso o posibilidad de educación superior, por
pertenecer a un medio de bajos recursos o a un clima educativo familiar de
grandes carencias. La Argentina, que se había caracterizado por una marcada
movilidad social ascendente y luego una estabilidad relativamente fija, se
enfrenta como resultado de procesos sociales, económicos y políticos, que
habían surgido a mediados del siglo XX, pero que se acrecientan a fines del
siglo y comienzos del XXI, con un escenario de pobreza y descenso social. El
40% de los docentes en actividad, según censo del 2004 y más del 40% de los
alumnos de los Institutos Docentes, provienen de sectores vulnerables y rayanos
con la línea de pobreza. Es muy importante tomar en cuenta que, aunque se haya
optado por la docencia primaria para obtener un trabajo estable asegurado, o
por alguna otra razón ajena a la vocación de formadores, la gran mayoría de los
maestros sabe o se da cuenta prontamente, de que su misión es valiosa en la
sociedad actual. Haber elegido esta opción, ya implica un paso fundamental en
su transformación social. Muchos de los inscriptos no llegan con los
conocimientos, hábitos y vivencias que se tomaban por ya "aprehendidos"
en sus familias o escuelas y se hace imperiosa la necesidad de nuevas políticas
públicas y de rever la preparación del maestro, para lograr excelencia. Para
ello, se debe aprovechar el bagaje de fortaleza, decisión, conocimiento y
superación de dificultades, toda esa energía que traen estos
futuros maestros procedentes de sectores marginales. Se lo debe incorporar en
la capacitación que se imparte, pues es un valor agregado necesario para
comprender a los integrantes de nuevas generaciones, surgidas de una nueva
estructura social.
Los maestros han sido y aunque cuestionados siguen
siendo, en su mayoría "expertos" imprescindibles en educar. La
maestra o el maestro, del siglo XXI, seguramente universitarios, son los que
van a exigir y ganar prestigio social, políticas adecuadas y resultados
educativos de calidad, ante una sociedad que los espera. Se está nuevamente en
un punto en que los maestros, son definitorios en la transformación social
ascendente propia y del país en una renovada fase civilizadora.
Guadalupe, Yo ,y Noelia |
Guada, Noe, Sabri, Yo ,y Ani. |
Dani, Lili, Gaby y Yo. |
Alumnos del Profe. en Educación Primaria. IFDC |
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